viernes, 30 de mayo de 2014

Préstamos sin avales: minimizar el riesgo de solicitar un crédito

Solicitar un préstamo es una forma de superar una situación económica difícil. Sin embargo, en ocasiones renunciamos a ello porque siempre se necesitan realizar un sinfín de trámites que justifiquen la solicitud y que además puedan convencer a la entidad bancaria de las posibilidades reales de pagar el crédito. La crisis financiera ha disparado la morosidad y ha empobrecido a la población; por ello las entidades de crédito han aumentado sus exigencias para prestar dinero.
Éste es justamente el motivo por el que los bancos exigen varias garantías que les sirva para asumir un riesgo menor y asegurarse la devolución del dinero prestado en el tiempo acordado. Sin embargo, esta práctica lo que hace es aumentar el riesgo de la persona que solicita el préstamo y a la que a menudo se le exige aportar un aval que sirva como garantía.
La persona que accede a convertirse en un aval pasa a ser una garantía, cuya finalidad es demostrar a la entidad de crédito que, aunque quien recibe el préstamo no cuenta con suficientes garantías para la concesión del mismo, hay un cotitular que responde por el titular y se compromete de manera firme a pagar la cantidad que este haya dejado de abonar, cuando esto ocurriera.

La generosa iniciativa de avalar a un pariente o amigo puede suponer graves consecuencias económicas para el avalista.”

El riesgo para la persona que sirve de aval es muy alto ya que ante un impago del prestatario, el banco o caja de ahorros le exigirá la cantidad a deber así como las penalizaciones y los gastos derivados del contencioso, como los juicios. Si el avalista asume el pago de la deuda, la entidad no suele exigir más y el pago del préstamo suele seguir su curso.
En cambio, si la entidad no consigue que el avalista se haga cargo de la deuda, suele darse inicio a una demanda judicial, que en caso de ejecutarse suele conllevar la petición de embargo de los bienes tanto del titular del préstamo como del avalista.
Implicar a una tercera persona que sirva como aval para la devolución del préstamo es una situación poco deseable tanto para el avalista como para la persona que solicita el crédito. Por esta razón desde hace ya algunos años, las empresas de capital privado también ofrecen la posibilidad de solicitar préstamos sin avales, es decir, conceden préstamos a particulares sin tener que presentar un aval. De esta forma, el riesgo lo asume únicamente el prestatario y no necesita que un familiar o amigo se convierta en la garantía con sus bienes y propiedades; una opción mucho más cómoda y con un menor riesgo.


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