Cualquier
espacio o sala en una empresa debe estar cuidada al detalle desde una
doble perspectiva: los empleados y los visitantes.
¿Cómo
adaptar la empresa a los clientes?
Para
ello se deben tener en cuenta las necesidades que puedan surgir de
visitas comerciales o de socios colaboradores. En un primer estadio
debemos cuantificar el tiempo medio de las visitas, que en estos
casos no acostumbra a superar las 2 horas de duración. ¿Qué puede
necesitar un visitante en este tiempo?
En
esencia hay que cubrir necesidades básicas
por una parte y otras más más de tipo
protocolario. Si tenemos un dispensador
de agua en la oficina debemos ofrecer un vaso de agua.
Si no lo tenemos, deberíamos tener a mano algunos botellines que
ofrecer a nuestros invitados.
Dejando
atrás el agua, también sería importante tener una máquina
de café para poder ofrecer una taza a los
clientes o potenciales clientes que nos visiten.
Dependiendo
de la hora en que se realice la visita y la previsión con que se
programó, también puede prepararse un pequeño servicio
de catering que sirva algunos alimentos
variados para el desayuno o el almuerzo. A la tarde es más habitual
ofrecer únicamente café o té.
Tras
el protocolo está la sala de reuniones, que deberemos tenerla
adaptada a las necesidades que surjan de las propias visitas.
Proyectores, pizarras, material de oficina… no puede faltar de nada
ya que cualquier segundo es preciado a la hora de cerrar acuerdos.
Además, la imagen de la empresa y sus valores
corporativos deben estar reflejados en la
decoración, la iluminación de la estancia y el orden que desprenda
cada elemento. Los detalles cuentan, y más en un ambiente de feroz
competencia como el actual.
¿Cómo
adaptar la empresa a los empleados?
Las
necesidades de las personas que trabajan en la propia empresa y que,
por lo tanto, pasan gran parte del día en ella son algo distintas y
abarcan más el ámbito de la distribución de espacios más allá de
los servicios a los que acceder.
Para
un empleado tener un dispensador de agua puede ser la solución a
muchos de sus problemas, tanto de salud como económicos. Beber del
grifo no es sano en la mayoría de ciudades, y obligar al empleado a
comprarse diariamente botellines de agua para mantenerse hidratado va
a hacer que se reduzca su felicidad laboral.
Tener un dispensador de agua ayuda a que se genere un microclima a su
alrededor de descanso donde recargar pilas y entablar alguna
conversación improvisada que refuerce la relación entre los
empleados.
El
café también debería ser una de las prioridades para toda empresa.
No sólo por su efecto vigorizante y activador sino también por
mejorar la sensación de familiaridad y
confort del empleado en el trabajo. Si además
tenemos una sala específica para tomar café provocaremos que los
empleados no bajen tan a menudo al bar a desayunar y promoveremos las
conversaciones entre departamentos y distintos perfiles de
trabajadores. Siempre pueden surgir buenas ideas, o una buena
amistad, pero para ello debemos adaptar alguna sala para que pueda
suceder. También, a nivel de valor añadido, un empleado que se
marche al bar más cercano a tomar el café o el desayuno tardará
más tiempo en regresar que si lo hace en la propia oficina. Tomar el
aire nunca va mal ni lo debemos evitar, pero deberíamos ofrecer la
posibilidad de desayunar o acceder a café o té en el propio
ambiente laboral.
¿Está
tu empresa orientada a las visitas o a tus empleados?
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